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¿QUIEN TEME A VIRGINIA WOOLF?

 

 

 

 

 

 

Estamos ante una de las mejores películas de la historia del cine. Se trata de una reflexión sobre la vida, las personas, el amor, el desamor, la mentira... Las interpretaciones son pura antología, especialmente la de Elizabeth Taylor, por la que la actriz ganó un oscar. La historia, está basada en una obra de teatro de Edward Albee y reflexiona en torno a un matrimonio en crisis que se disparan en sus puntos débiles. La soberbia y el orgullo es lo que impide darse cuenta que se aman, quizá tanto como el primer día. La reflexión final resulta sorprendente; "¿Quien teme a Virginia Woolf?"... "Yo, yo le temo".... Es el propio miedo a la vida, el miedo a que esa vida cruel acabe con una relación, con una unión. Podemos decir que es una película existencialista, con algunas dosis de pesimismo. El director Mike Nichols derrama sobre ella una profesionalidad brutal, todo en ella resulta soberbia y el guión engrandece aún más si cabe la historia de la obra teatral. La música resulta muy reveladora, conducida por Alex North.

 Una película para disfrutar, para ver lo que es cine de calidad, y ante todo un film para reflexionar...

 

 

Pienso que en el teme central persiste la dualidad entre conocimiento positivista y conocimiento expansivo. Entre saber como medio para sobrevivir y saber que rebasa al anterior para vivir y revivir. Se distingue entre el dominio del dato y el control pleno y consciente del fin, la implacabilidad de la muerte, para ofrecer dos visiones del espíritu: la que se desentiende del presente y la que se aferra a el en conexión con un pasado que permite reconocerlo.Más allá de la trama de la película son dos las ideas generales: vivir y no vivir. Vida como anhelo de lo que aún no ha llegado o vida como "no ser" ajena al placer de la soledad. Se plantean preguntas ¿pasión y aceptación del dolor como precio por intensificar los múltiples caminos y abrir infinidad de puertas para en el proceso hacer de los secretos descubiertos, siempre inabarcables en su totalidad, un sentir que trascienda en conocimiento, o comedimiento de poco razonadas pretensiones de inmortalidad que, aún presentes, quedan lógicamente relegadas al plano de la inconsciencia? ¿Jugar y elevar la mente o no hacerlo y caer en la peor clase de conformismo?. Sin duda, estos dos magníficos personajes que dibujó Edward Albee de reacciones impredecibles son reales al margen de si mismos. Así, el universo no es algo exterior sino que está en la propia mente y mediante el mimo que se le profesa se alcanza la sabiduría o el carácter distintivo y trascendente, si ambos lo quieren. Esta obra considero que es al cine lo que James Joyce a la literatura:

-" Una puerta de llaves limitadas que afirma el valor de la mente como ser infinito. Nos direcciona a la consciencia necesaria, de que el pensamiento es susceptible de evolucionar, cambiar y ampliar la realidad."-

 

Primer largometraje de Mike Nichols, basado en la obra de teatro en 3 actos, de Edward Albee, adaptada con  brillantez por Ernest Lehman. Se rodó en Cambridge, Red Basket, Smith College y en los Studios Warner. Fué nominada a 15 Oscar, y ganó cinco. Fué producida por Ernest Lehman, estrenándose con extraordinarias criticas el 22-VI-1966 en todo Estados Unidos.

La acción tiene lugar en el campus de la Universidad de una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra, entre las 2 h y el amanecer. Georg de 46 años, y Martha de 52, forman una pareja autodestructiva. Él, débil y alcohólico, con notable resistencia emocional, ejerce como profesor de Historia. Ella es dominante, psicótico y amargada. Tras una fiesta, invitan a una pareja joven, Nick y Honey, a tomar una última copa en casa... Ahí es donde estalla la burbuja en donde los cuatros seres se refugiaban y donde cobra realismo esta proeza cinematográfica llamada ¿QUIEN TEME A VIRGINIA WOOLF?. La película desarrolla un relato dramático, que se basa en un crescendo de ironías, desaires, insultos, agresiones verbales, humillaciones, amenazas, dominación y destrucción, que pone de manifiesto las miserias y secretos del matrimonio y saca a la luz los miedos, ansiedades, frustraciones, malicia, fobias, apetitos y deseos, de los protagonistas. El juego cruzado de ofensa, recriminación, agresión y reacción, se da en el marco de una elevada ambigüedad, extraños interrogantes y la defensa de la inexistencia de límites claros entre realidad y fantasía. El proceso arrastra a la pareja de invitados, lo que incrementa la tensión dramática. Incluye referencias a hechos irreales hijo falso, embarazo psicológico e incierto..¿Es Georg el niño que mató a la madre hace 30 años?... El lenguaje, tomado de Albee, hace uso de expresiones y palabras insólitas hasta entonces en cine, que no sobrepasan los límites de los usos coloquiales y que son fuente de naturalidad, realismo y espontaneidad. El título constituye una parodia de la canción "Who's Afraid On The Big Bad Wolf?", de "Los tres cerditos" de Disney, que se entona con una melodía diferente. Los nombres de Georg y Martha coinciden con los del primer presidente de EEUU y su esposa. Quiero destacar la antológica parodia que Liz Taylor hace de Bette Davis, como un homenaje a la gran actriz. La música, de Alex North, se basa en una breve partitura original, con un magnífico tema central de guitarra, de aires románticos, que evoca el amor entre dos personas. Fue nominada al Oscar. La fotografía, en B/N, de fuertes contrastes y excelente claroscuro, sirve un buen trabajo de cámara, con planos cenitales, imágenes subjetivas, primeros planos psicológicos, travellings al hombro documentalistas, que se enmarcan en un contexto de grata sobriedad. El guión aporta unos diálogos bien construidos, un relato envolvente y personajes complejos bien definidos. Las interpretaciones son magníficas, surrealistas y de una brillantez que ciega. Está considerada como una de las mejores adaptaciones al cine de una pieza teatral. El final de la obra nos deja abierto un alarde de maestría y lucidez, propia de las grandes películas y es un canto silenciado al amor y la costumbre..

 

 

La pareja protagonista, no en vano por aquella época eran matrimonio en la vida real... George y Martha, regresan de madrugada a su casa provenientes de la habitual fiesta-reunión universitaria de los sábados en casa de los padres de Martha. Nada más llegar a casa ambos inician lo que parece una suerte de "autodestructivos juegos de pareja", donde continuamente profieren ataques y reproches mutuos que poco a poco y a medida que avanza la trama van haciéndonos comprender de qué va la historia. A todo ello, dos inesperados invitados son testigos presenciales de las vejaciones de la pareja de anfitriones, a la vez que progresivamente y por el efecto del alcohol, desnudan sus miedos, ansias y deseos, arremolinándose a sí mismo en un marasmo de intensos sentimientos encontrados. Al final comprenderemos el por qué de muchos interrogantes como el definitivo ¿quién teme a Virginia Woolf?, cantado al ritmo del Money, money de Liza Minnelli, tan temido por Martha, o el... "Por favor no hables de nuestro hijo..." tan temido por George....Al final de la tortuosa noche, los cuatros protagonistas e incluso el espectador, tienen la sensación de haberse levantado con la camisa húmeda de una pesadilla descubriendo al fin que todo podría haber sido diferente de no ser por ese necesario proceso de desgaste que les ha hecho ascender un grado en el escalafón de la madurez a la hora de afrontar la siempre penosa, dura y difícil etapa del desgaste en una pareja.

Los amantes de las adaptaciones teatrales a la gran pantalla no deben perderse un ápice de esta extraordinaria película. Es la ópera prima de Mike Nichols, e iros preparando para disfrutar o sufrir dos horas de autenticas puñaladas verbales. Con un lenguaje obsceno para la época en que se rodó y muy lejos de las costumbres de la Warner Bros., asistimos a cuatro interpretaciones que quitan el aliento. Ernest Lehman escribió para que un director desconocido consiguiera por primera vez una nominación en cada una de las categorías al Oscar que por aquel entonces había.

 

 

La relación tormentosa que Elizabeth Taylor y Richard Burton llevaban fuera de la pantalla la trasladaron al rodaje de lo que fue una de sus seis colaboraciones juntos. A mi juicio Elizabeth eclipsa sobradamente, pero Burton aporta una sobriedad increíble, sus primeros planos consiguen un personaje descompuesto, aniquilado por el presente y angustiado por el futuro. Sus facciones me descolocan y su dolor se me cuela hasta la médula. Maravilloso duelo durante dos actores, con una Liz Taylor a la altura interpretativa, como continuación a su famosa “La gata sobre el tejado de zinc”. Es una actriz que se mueve como pez en el agua en las adaptaciones teatrales. El film arranca con la música de Alex North que compone una banda sonora majestuosa que Nichols aprovecha a lo largo de la película. Grandísimo inicio de un director que nos ha dado grandes trabajos, me sedujo con otra fabulosa adaptación teatral protagonizada por otro cuarteto: “Closer” y me enamoró con “La guerra de Charlie Wilson”. ¡QUIEN TEME A VIRGINIA WOOLF, es un filme perfecto para los que gustan de textos teatrales y que tan raramente se dejan caer en pantalla o incomprensible para aquellos que prefieren otro tipo de adaptaciones. El estilo es exquisitamente realista con algunos toques Beckettianos, pese a la aparente contradicción que esta afirmación pueda suponer, ayudado perfectamente por la fotografía de Wexler, básicamente en fuertes contrastes y notoria iluminación que le propina aun si cabe mayor dramatismo a las escenas. Contribuyó en buena medida romper en aquellos años ciertos tabúes en el lenguaje cinematográfico, al modelo Hollywoodiense que nos tenían acostumbrados. Todos y cada uno de los actos y frases de la obra de Edward Albee se encuentran prácticamente a nivel de transcripción, algo suavizados o simplificados intelectualmente y cambiando pequeños detalles. Hace días revisándola en DVD, tuve el capricho de seguir el texto en mano al mismo tiempo que el filme, y quedé gratamente sorprendido, era como tener en escena a cuatro seres solitarios, con un vocabulario soez y preciso...Todo un alimento a mi intelectual cinematográfico que recomiendo encarecidamente. La realización es impecable, con buenos momentos y cantidad de primeros planos que enfatizan las emociones de sus personajes y sobre todo con una comprensión de lujo del significado del espacio escénico en el que se desarrolla la película. Las interpretaciones alcanzan una de las cotas más altas de las que he podido ser testigo, Liz se aprecia que acometió su personaje en profundidad, inteligencia y pura dedicación con una energía envidiable. Creo que pocas veces se ha podido ver tan impresionante duelo interpretativo de esta pareja, Burton-Taylor, que lo fué en la ficción y en la vida real, por aquel entonces, destilando rabia en ingentes dosis como contrapunto a las no menos destacables labores como actores.

 

Como decía al principio, suscribo la sensación de pesadilla nocturna apuntada anteriormente, a través de uno de los juegos matrimoniales de ficción más violentos que se hayan podido filmar...Como dato anecdótico, solo puedo pensar qué hubiera sucedido si el filme lo hubieran protagonizado Bette Davis y James Mason, como era deseo del dramaturgo Albee o la propia Katharine Hepburn, que se comenta rechazó interpretar a Martha...

La imaginación tiene ese beneficio, dejémonos llevar....

 

 

Recuerdo aquellos años sesenta, en Madrid la obra teatral se estrenó en el desaparecido Teatro Goya, es obvio decir que quedé impresionado con los textos, la puesta en escena, y siempre que se estrenaba una obra en la capital de Albee como fué el caso de TODO EN EL JARDÍN, mi presencia era mi acto de fé ante mi amor por el teatro. Cuando se estrenó el film de Nichols la vi debido a las maravillosas críticas que la catalogaron de todo un clásico, afortunadamente para mí, y para todos quienes hayan visto esta cinta, estarán de acuerdo conmigo. "¿Quién Teme a Virginia Woolf?" es la obra maestra de Mike Nichols, y es un profundo análisis del amor, del desamor, del desamor a través del amor, y del miedo a amar, y sobretodo, del miedo a ser feliz, aún cuando es lo que más se desea. Elizabeth resulta magnífica en este papel, no existen adjetivos suficientes para describir su interpretación, lo único que se puede decir es: !!Bravo!!. Sandy Dennis no podría ser más conmovedora en su retrato de una mujer que ha sido testigo, y, por lo tanto, expuesta los abusos de la vida, y a las consecuencias de estos, así como a la crueldad hacia las personas que más se ama; todo esto provocando en su personaje una evolución y una caída terrible hasta la más grotesca decadencia. Richard Burton logra transmitir sensación de hastío, al mismo tiempo que trasluce un vacío emocional terrible; mientras que George Segal brilla con un personaje que va de dulce y aberrante en este viaje de emociones. "¿Quién Teme a Virginia Woolf?" es más que una película, es una representación de la vida misma, de sus crueldades su crudeza, las cuales son muchas veces causadas por nosotros mismos, por nuestras inhabilidades de ser felices ya que cuando se es infeliz toda una vida, no se conoce nada más, y todo lo nuevo, se teme. Hay historias de películas que no se olvidan y hay películas que el cine no olvida en su historia. Esta película es ambos casos. Richard Burton y sobre todo Elizabeth Taylor se descomponen aquí de todo el glamour en que estaban envueltos desde los inicios de sus carreras y en  películas anteriores. De hecho todos los actores de esta producción fueron nominados a los premios de la academia. Lo que se profesaban Burton y Elizabeth era un amor tumultuoso, salvaje. Ese sentimiento no apto para temerosos que a cambio te susurra al oído que estás vivo. También puede hacer de ti un muestrario de desequilibrios psicológicos. Sin ninguna duda me parece la mejor película de Mike Nichols junto a El Graduado, aunque ésta última no llegue al nivel alcanzado en la primera. Lo cierto es que teniendo como punto de partida la genial obra de Albee no es para nada extraño que el guión sea prácticamente magistral, algo que unido a la buena dirección de Nichols, dan como resultado una de las mejores películas de los sesenta, y en general, de toda la historia del cine.

Los sentimientos de frustración, incapacidad, desengaño, rabia, cólera, agonía, infelicidad, pesar y sufrimiento, entre otros muchos de la misma índole, desembocan en una vida que transcurre agonizante por una senda espinosa que tiene como parada final la destrucción de un matrimonio. La imposibilidad de la forzada vida en común entre cónyuges nunca había estado tan bien reflejada en la pantalla como en este gran film. La ironía con la que se tratan todos los oscuros pasajes del matrimonio, los golpes dolorosos escupidos a la cara, el alcohol regando cada rincón de la casa, y el tenso ambiente de destrucción palpable en todo momento, anuncian una explosión final digna del más sonoro Apocalipsis. Memorable y muy recomendable.

Han pasado muchos años desde que ví esta película, recuerdo el impacto, fue profundo e incurable, a lo largo de los últimos tiempos tuve claro que debía escribir en mi espacio CINEPARAISO, y aquí me tenéis para decir todo sobre ¿QUIEN TEME A VIRGINIA WOOLF?. Es un film en la que los golpes que se nos propinarán son constantes y duros. Nos hallamos ante una obra teatral salpicada tal vez de intelectuales pretensiones cuya adaptación al cine no ha podido ser mas brillante. No es la típica película para ver con el cubo de palomitas, ni deben suceder interrupciones, menos ni si hemos tenido un día regular...Es una película que requiere un esfuerzo intelectual y si lo realizamos, se emparejará con otro, pero éste será espiritual. La degradación de un matrimonio con varias décadas a sus espaldas se mostrará sin censura, a una joven pareja durante una noche. Los sucesos nos aturdirán y confundirán, tendremos que renunciar a lo políticamente correcto y a los prejuicios, pero sobre todo tendremos que enfrentarnos a la verdad. Y es que es inevitable hablar de catarsis en este film, como sucede en toda buena obra teatral. No puedo dejar aparte el punto quizá mas interesante del film y es el magistral trabajo de Elizabeth Taylor, que simplemente realiza una de las mejores interpretaciones que se van visto en la historia del cine. Dándole la replica de forma excelente Richard Burton y Sandy Dennis. Mi admiración hacia Mike Nichols, quien aunque parezca una utopía debutó en el cine con esta obra maestra, posiblemente la única de toda su carrera.... y no es un reproche, sino todo lo contrario. El lema del autor teatral, Edward Albee, queda bien patente en todo espectador capaz de resistir las acometidas de estas dos panteras de diferente sexo, en que se convierten, ante nuestros atónitos ojos, Richard y Elizabeth. ¿Qué cuál era el lema?... "Convivir es sufrir" y si además te aburres, eso se hace insoportable. Es esta, pues, una obra cargada de odios, reproches, aburrimiento, hastío y con más de una manía persecutoria por parte de ambos, que, como supervivientes del naufragio matrimonial, casi tan tóxico como un tormento chino, dedicarán parte de su tiempo, o de sus noches, invitados incluidos, a planear su propia autodestrucción. Es una obra muy de autor, de carácter fuerte, separados y unidos la pareja por las diversas fuentes de ese dichoso amor, siempre tan maltratado y mal comprendido, y que por amor de las intrigas nocturnas a que siempre puede mover un exceso de alcohol, acaba por enquistar la existencia del más pintado. ¡Los tacos de la obra son de órdago, aconsejo verla en inglés y deleitarse con los subtítulos. Burton y Liz son mastodónticos, sus interpretaciones rayan puro surrealismo. George Segal y Sandy Dennis, que, sin pretenderlo, se convierten en víctimas de la situación que esgrimen Mr.Burton y Mrs.Taylor, salen como pueden, pero con cierto olor a podrido también. Hay que verla con indulgencia, como niños que no entienden a sus mayores.

Si bien en nuestro siglo XXI, no resulte tan alarmantemente provocativa, pienso que el día de su estreno pudieron haber rodado cabezas. El lenguaje usado, el tema, la forma, se convierten en una espada en busca del tabú. Con ganas de degollarlo desde la primera escena; dejando claras sus intenciones. Querían provocar, meter el dedo en la llaga, escupir al matrimonio, vomitar sobre América... y además, salir airosos. Lo consiguen con un amplio margen de barbaridades, ayudados por sus cuatro personajes principales borrachos durante toda la película. Todo ello hace que el humor esté por los suelos, con un dolor de cabeza inaguantable, pero amando el cine y las obras redondas, así mi cabeza dejó de palpitar. La sofistificación adulta del guión, y su complejidad moral me alejaron de mis cuatro paredes y me colocaron frente a una ventana de la casa de Martha y George... y desde ahí, borracho como ellos, asistí al juego, esperando que alguno de ellos me matase. ¿Quien teme a Virginia Woolf? es un ejercicio narrativo y actoral condensado en dos horas de diálogos y situaciones explosivas que me llevan al Elia Kazan de UN TRANVÍA LLAMADO DESEO..Sí, sin duda alguna, esta excelente película bebe del cine americano de los cincuenta, de la narrativa del genial Tennesse Williams y del magnífico soporte que es la disección sin cortapisas de la sociedad americana. Una sociedad que, para bien o para mal, ofrece unas posibilidades a aquellos que las analizan que van más allá del mero estudio sociológico.

El escritor sueco Söderberg decía en su obra maestra Gertrud:

-"A true soul need not hide his thoughts"-

 

 

Pues bien, el tándem Ernets Lehman-Nichols retoman la cita para reinterpretarla de la manera más cruda posible, a saber, la oscuridad y la decadencia acaban por destruir la esencia misma del hombre. Esencia que por alusión invade a la pareja, icono de tranquilidad americana que aquí se desmenuza con especial sangría dialéctica: frustración, dolor, perlas de la desidia, bacanal reprimida, represión explícita. Elementos que sucumben a la realidad más obvia, porque no hay animal que soporte la soledad... En fin, obra maestra que permanece intocable al paso del tiempo.

Quiero puntualizar lo que a mi me ha parecido mejor de la película, sobre todo la cota de intensidad, emocional e intelectual a la que el film se eleva, ya desde los primeros diálogos, a partir de los cuales no hay tregua para el espectador, que asiste aturdido a esa enloquecida noche  y de la que no baja hasta que se hace de día, volviendo todo a la calma. Los insultos que se lanzan, sus bromas, los abrazos que Elizabeth implora y no recibe, los arrebatos de ira de un Burton frío, cínico, amargo y frustrado, siempre tan efectivo y en fin las continuas situaciones límite, que parecen sin retorno, pero que vuelven, y se suceden sin darnos momentos de respiro, como el del columpio, en que Burton asoma muy abatido y en el que parece poderse cimentar al menos un afecto sin brechas entre los dos hombres. La esperanza de vida de ella, la falta de carácter de él para afrontar la vida, las mentiras y los silencios que se crean, necesarios para mantener los vínculos, todas las vísceras malolientes de cualquier relación puestas sobre la mesa, como 40 años después se verá en CLOSER. Las lagunas que he sentido de la película es un excesivo sabor teatral. El espectáculo empieza y uno tarda en creer lo que Nichols quiere darle el tratamiento de un matrimonio medio americano... Me cuesta creer en un matrimonio que oscile así entre la complicidad y el terror, aunque es así en mas del setenta por ciento de los casos. Puede ser que no haya sido capaz de ver a estos dos matrimonios americanos radicalmente la transparencia que uno quisiera. Hay un abismo en la película entre el esperpento y una razón discursiva que hace que todos se expliquen, el mismo que existe entre ficción y realidad dentro del matrimonio, y creo que la película pierde brío en este abismo que separa un formato del otro. No sin embargo quiero afirmar que son apenas perceptibles lagunas que siempre bordean los acantilados de las obras de autor... Termina, apagan la luz cansados, y podría haber sido todo un mal sueño de una mala noche de septiembre, pero no, porque algo así ocurre mensualmente, continuamente se echan en cara llevar años los dos en ese mismo juego matrimonial y ya sabemos todos que la unión entre dos seres, al cabo del tiempo fusila contra un muro, aquello que en su principio llamamos amor.

El origen teatral se nota sobremanera en sus ajustadísimos diálogos, algo que aprovechan los actores para demostrar su enorme talento dramático. Por su parte el director consigue, gracias a su inquieto manejo de cámara, que la acción no decaiga ni se estanque, algo muy natural que podría ser propenso en un trabajo de estas características. Destaca, además de por todo lo expuesto anteriormente, su carácter trasgresor, su tono duro o su maligna y perturbadora degradación. Queda claro que no estamos ante un largometraje especialmente dulce o de fácil digestión, pero su fascinante, incómodo y asfixiante discurso hace que valga, y mucho, la pena. También la carga de morbo que resulta ver a Taylor y Burton en semejante contexto, con la batalla dialéctica que ocupa la totalidad de un metraje que no da respiro al espectador durante dos horas de duración, a las que asistimos al espectáculo de dos titanes de la actuación, unos esplendidos y enormes Richard Burton y Elizabeth Taylor en pleno apogeo de sus carreras. Es fácil alabar la labor de la pareja protagonista, no lo es sin embargo darles réplica y eso lo hacen muy bien los dos medidos secundarios que hacen acto de presencia en la casa, un inocente George Segal, más malicioso de lo que se hacía prever en los compases iniciales, y su mujer, la manipuladora Sandy Dennis. Curioso es ver como de su corto reparto solo las dos actrices se llevaron la preciada estatuilla. Después de que se ha estrenado el film de Román Polanski, UN DIOS SALVAJE, que también trata una pelea entre dos matrimonios, pensé que debía recuperar esta más que lograda ¿Quién Teme a Virginia Woolf?. Imagino la polémica surgida en el momento de su estreno por los hechos que relata y su vocabulario punzante, hoy no provocaría la misma reacción, podemos encontrar peores injurias y ofensas solo con encender la TV en el horario de sobremesa, lo que hace que la controversia sea mucho menor que en el momento en el que se realizó. Reitero que todo esto no es impedimento para alabar a Nichols, Lehman, Burton, Taylor, junto con la melancólica música de Alex North.

La realización de la película es perfecta, con unos primeros planos que nos muestran matices y enfatizan emociones de forma sobrecogedora. Al final la desgracia acaba arrastrando a la otra pobre pareja, que con bastante alcohol en sangre empieza a soltar la porquería que tenían dentro. Ellos no se creen mejores que Taylor y Burton por no discutir de esa forma. Saben que ellos también tienen problemas, y se acaban soltando poco a poco de una forma espectacular. Sin duda, es una de las películas más duras, realistas y maravillosas que se han realizado nunca. En definitiva, la perfección y la dureza de la vida hecha en película. Reconozco y recuerdo el estupor que me causo ese momento en el que se descubre que el hijo del que no querían hablar y que solo sacaban a relucir para hacerse daño el uno al otro, es ficticio. Eso me sobrecogió enormemente...triste y brutal la manera de intentar tener vivo un matrimonio, pero no se pueden salvar de un desastre, que no finalizará jamás.

 

 

Aunque han pasado muchos años, recuerdo las palabras de Elizabeth en una rueda de prensa:

-" Como los buenos clásicos, destila gran teatro, y además Nichols, ha dejado un esqueleto con luz, en el que no está ausente la ambición, donde todo parte de dos personas que se agreden verbalmente, pero que estuvieron muy enamoradas, que aún se quieren, lo que inevitablemente crea empatía con el público. Cuando Albee escribió la obra la situó en un territorio muy tradicional, lo emborrachaba de alcohol y llegó a poner como objeto sexual deseable a un hombre, en vez de una mujer. La universidad es un metáfora de la sociedad americana de ese momento, y aunque parezca que nos queda lejos lo que transitan ese par de insatisfechos, es tan real como la vida misma. Ambos creen que la joven pareja que está de espectadora privilegiada, presienten lo que van a ser de mayores."-

 

Detrás de todo está Albee, quien confesó que el ser un niño adoptado por una familia acomodada marcó su vida. Antes de ser autor de teatro, merecidamente elogiado, repartió telegramas, fue botones, vendió libros y discos y nunca aceptó permanecer bajo el bien situado manto protector familiar, cosa que le convirtió en todo un malhumorado y amargado joven. ¿Quién teme a Virginia Woolf? fue escrita a una velocidad inaudita, como casi todas sus obras, porque lo que más le preocupaba era la espontaneidad y lo que más le gustaba sorprenderse a sí mismo. Algo en lo que coincido, pues un autor quiere que todo en el escenario sea como la vida misma y no parezca teatro quien sí sorprendió Albee con su estreno fue a los espectadores de la época: “Fue un bombazo”, no hay que olvidar que le dieron el Premio Pulitzer y se lo retiraron por su lenguaje soez. Criticaba cuestiones sociales, económicas, pero en la obra pesa más la relación personal, donde se dan las relaciones de poder, está muy vivo ese amor-odio de la pareja, y eso es lo que más llega a la gente. Ambos actores destacan que la pieza está montada de manera muy dinámica, acaban exhaustos, y el espectador también: todo empieza como un vodevil y acaba como una tragedia griega; una tragedia contemporánea y muy de ahora, haciendo que casi todo esté centrado en el duelo entre Liz y Burton. Albee le puso el curioso título después de verlo escrito en un grafiti en unos urinarios de Nueva York. Nadie ha podido desvelar su verdadero significado. Aunque sí se sabe que para acercarse a la intención última de Albee debe canturrearse el título con la musiquilla del tema de Los tres cerditos que empieza: ‘¿Quién teme al lobo feroz?’.... Albee significó toda una revelación y renovación para la dramaturgia americana y revitalizó la cartelera teatral de Broadway. ¿Quién teme a Virginia Woolf? marcó un antes y un después.

Albee no volvería a conseguir otro éxito igual y su talante rebelde pasaría a un segundo plano, su vida personal tuvo mucho que ver en su distanciamiento con el cine... odiaba pedir favores.

 

 

¿Quién teme a Virginia Woolf?', obra maestra cinematográfica sin posible discusión, la escribió Edward Albee y es un feroz combate doméstico entre Martha y su marido, George. Ambos se quieren se odian y se necesitan; conocen perfectamente sus debilidades y cómo increpar al otro. George es un profesor de historia con un grave problema de alcoholismo, adicción que también comparte Martha, hija del rector de la Universidad y una mujer frustrada, de carácter irritable. Cuando una noche de sábado se reúnen con Nick, otro profesor, compañero del trabajo, y su mujer, Honey, lo que tenía que ser una agradable velada se convierte en una auténtica pesadilla. Los cuatro se enzarzan en una espiral de odio que acaba por destapar las emociones más profundas de cada uno de ellos. La obra teatral , que fué estrenada en Nueva York en 1962, no es más que el retrato de la sociedad americana del momento y el análisis de un mal general: los problemas de pareja, la insatisfacción vital y la mentira. El texto de Albee supuso una renovación dentro de la dramaturgia estadounidense de su época, acercándola a las nuevas corrientes teatrales europeas de la segunda mitad del siglo XX. El dramaturgo norteamericano significó en los primeros años de la década de los 60 toda una revelación, revitalizando la cartelera teatral de Broadway, en la que irrumpió como un rebelde.

Opinión del autor:

-" En la película está más resaltada la lucha en el terreno emocional y visceral, el dolor es lo que prevalece, pero creo que se pasa por encima del enfrentamiento intelectual de dos tipos con mucho ingenio y malos sentimientos."-

 

 

Quien deseé ver a Liz Taylor en su mejor papel, dentro de una carrera henchida de éxitos y un Richard Burton en un momento en que el actor alcanzó su plenitud total como profesional y disfrutar de una excelente puesta en escena, con unos blancos y negros que hablan como quinto personaje y donde la mente nos hace pensar en la inutilidad del matrimonio, en su jaula, en el hedor que puede desprender en el 90 por ciento de los casos, esta es la película que recomiendo ver, mejor con un bloc de notas, que la típica bolsa de palomitas. Todo lo demás del puzzle lo iremos montando nosotros mismos con la sabiduría que el cine nos ha dado a lo largo de nuestra vida de cinéfilos.